Suerte sería
la palabra, azar quizás. Creer que los dioses escriben las líneas que los
mortales trajinan. La vida obedece a leyes antiguas. Zeus, ¿por qué no nos muestras tu rostro dorado, si has escapado
del olvido? La misma desgracia: ¡el olvido! Aquí todo se
olvida. Dioses que habitaban el Olimpo, ¿dónde están sus poderes añosos? El
mundo sigue igual, hombres nacen y mueren. ¿De dónde vienen y a dónde van? Las
mismas preguntas hacen ruborizar. Homero, Virgilio, están tan callados. ¿Por
qué no narran las mismas batallas y los equívocos de siempre? Retorno de los
hombres ensangrentados, enfermos y hambrientos de poder. Las lluvias de Otoño
de Budapest. Aguaceros de Ciudad del Este. El mundo sigue siendo lo que es, sin
Homero o Virgilio que canten las penas de los abandonados en esta orilla, entre
camalotes del río Paraguay. Preparemos nuestra armadura de cera Marcial, es
tiempo de terminar esta locura.
Marcial
cierra el libro de la nada, mastica un pedazo de butifarra, limpia la boca con papel
toalla. Se acomoda en el sofá, apaga la luz de la sala. ¡Que venza el mejor en
esta batalla! La imagen azul del paisaje no perturba. Los caballos están
acostumbrados. Todo está listo. Las espadas brillan fulgores. Respetuoso
silencio de espera. Corren los caballos para el encuentro del acero. Chispas
fulminantes. No están heridos los caballeros. Reanudan el embate, rugen los
caballos como leones hambrientos, brama el viento enloquecido una tempestad. Corren
desesperados animales, el acero de la espada inaugura la carne, cae uno de los
caballeros como si fuera verdadero. Marcial, has perdido el juego, mejor te
dedicas a vender latitas de cerveza en el centro.
Alguien será
crucificado debajo del puente. Marcial, chiquillo, cuidado con los mendigos, los
borrachos pueden hacerte daño. Inocente el viento de sufrimiento no entiende, alguien
morirá olvidado en la orilla, una cuna pequeña para la furiosa muerte. Esa noche
debajo del puente habrá tristeza. ¿Acaso servirá de algo este registro? ¿Acaso
salvará a alguien del dolor el poema? Marcial, chiquillo, aléjate del mundo, deja
de escribir estupideces. Gritará el hombre como gritó el hijo de Dios. Como
aquella vez no dirán nada. Morirá de hambre quien sabe entre cascotes y flores
viejas. Recordará su nacimiento entre animales, beberá algo fuerte para soportar.
Deseará que fuera la muerte un sueño, para no repetir como la tarde, crucificado
solo, sin el buen ladrón. Marcial, deja de leer que ya viene el guardia, deja
de escribir que la cruz será tuya. ¿Prefieres el lado derecho o izquierdo? Alguien
murió hoy debajo del puente. Nadie se atrevió a hacer la señal de la cruz. Niños
ya es tarde, apaguen el computador.