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jueves, 15 de octubre de 2015

VIRTUALES



Suerte sería la palabra, azar quizás. Creer que los dioses escriben las líneas que los mortales trajinan. La vida obedece a leyes antiguas. Zeus, ¿por qué no nos muestras tu rostro dorado, si has escapado del olvido? La misma desgracia: ¡el olvido! Aquí todo se olvida. Dioses que habitaban el Olimpo, ¿dónde están sus poderes añosos? El mundo sigue igual, hombres nacen y mueren. ¿De dónde vienen y a dónde van? Las mismas preguntas hacen ruborizar. Homero, Virgilio, están tan callados. ¿Por qué no narran las mismas batallas y los equívocos de siempre? Retorno de los hombres ensangrentados, enfermos y hambrientos de poder. Las lluvias de Otoño de Budapest. Aguaceros de Ciudad del Este. El mundo sigue siendo lo que es, sin Homero o Virgilio que canten las penas de los abandonados en esta orilla, entre camalotes del río Paraguay. Preparemos nuestra armadura de cera Marcial, es tiempo de terminar esta locura.

Marcial cierra el libro de la nada, mastica un pedazo de butifarra, limpia la boca con papel toalla. Se acomoda en el sofá, apaga la luz de la sala. ¡Que venza el mejor en esta batalla! La imagen azul del paisaje no perturba. Los caballos están acostumbrados. Todo está listo. Las espadas brillan fulgores. Respetuoso silencio de espera. Corren los caballos para el encuentro del acero. Chispas fulminantes. No están heridos los caballeros. Reanudan el embate, rugen los caballos como leones hambrientos, brama el viento enloquecido una tempestad. Corren desesperados animales, el acero de la espada inaugura la carne, cae uno de los caballeros como si fuera verdadero. Marcial, has perdido el juego, mejor te dedicas a vender latitas de cerveza en el centro.

Alguien será crucificado debajo del puente. Marcial, chiquillo, cuidado con los mendigos, los borrachos pueden hacerte daño. Inocente el viento de sufrimiento no entiende, alguien morirá olvidado en la orilla, una cuna pequeña para la furiosa muerte. Esa noche debajo del puente habrá tristeza. ¿Acaso servirá de algo este registro? ¿Acaso salvará a alguien del dolor el poema? Marcial, chiquillo, aléjate del mundo, deja de escribir estupideces. Gritará el hombre como gritó el hijo de Dios. Como aquella vez no dirán nada. Morirá de hambre quien sabe entre cascotes y flores viejas. Recordará su nacimiento entre animales, beberá algo fuerte para soportar. Deseará que fuera la muerte un sueño, para no repetir como la tarde, crucificado solo, sin el buen ladrón. Marcial, deja de leer que ya viene el guardia, deja de escribir que la cruz será tuya. ¿Prefieres el lado derecho o izquierdo? Alguien murió hoy debajo del puente. Nadie se atrevió a hacer la señal de la cruz. Niños ya es tarde, apaguen el computador.