Mi lista de blogs

miércoles, 15 de diciembre de 2010

HISTORIA INCONCLUSA

Ella dijo basta. Quise pedir disculpas, pero no tuve fuerza suficiente para hacerlo. El ascensor abrió y entré sin notar la presencia de alguien. El silencio y el aire pesado. Respiramos. Al salir escuché la voz que decía, “hasta luego”. Antes de cerrar la puerta vi aquellos ojos que me miraban con lástima. No pude decir nada. Al cruzar la calle no vi el carro. Creo que tampoco el conductor me vio. Volé unos metros y la oscuridad me encerró en su noche prematura. Cuando abrí los ojos no reconocí el rostro que no me miraba. ¿Donde está mi madre?, ¿dónde esta mi madre?, pregunté. La enfermera meneó la cabeza. Qué querrá decirme. ¿Acaso no me escucha? A ti te hablo, ¿dónde está mi madre? Ella no me escucha. Si me escuchara diría algo. A mí me parece que estoy diciendo algo. ¿Tendré al menos los ojos abiertos? Quizás esto no pase de un sueño. Quizás esté dentro de mi sueño. Cuando era niño solía ocurrirme. Imaginaba estar dentro de varios sueños. Despertaba pero seguía soñando. Eran sueños superpuestos como cáscaras de cebolla. Ella me había dicho que ya no aguantaría las cosas extrañas que me invento. No sé lo que le dije, pero pidió a gritos que me fuera. No supe suplicar perdón. No soy capaz de eso. ¿Por qué tendría que hacerlo? Una vida mediocre. Eso es. La vida mía es mediocre, pero ¿de quién no la es? ¿Dónde está mi madre? Escucho voces. ¿Cómo sigue?, pregunta alguien. Sigue muy mal. ¿Qué? ¿Muy mal? Es una pena. Anoche ha delirado, llegó a gritar. Quizás se salve, estamos haciendo lo posible. ¿Lo posible? Por qué ¿qué tengo?, ¿acaso voy a morirme? Creo que me habitué con el pobre chico. ¿Qué, pobre chico? ¿De qué habla esta chica? Sí, ya lo sé, así como yo digo que ella es una chica, ella se refiere a mí como a un chico. Porque ya no soy un chico, acababa de romper una relación de años, cómo que seré un chico, nada de eso. No soy un chico. Soy adulto. Creo que el descanso sería mejor para él. ¿Pero de qué hablan? ¿Qué descanso?, no quiero descansar. Quiero… qué es lo que quiero, no lo sé. No quiero nada. No quiero nada. Sí, ya sé lo que quiero. Madre, ¿te acuerdas cuando me operaron para librarme de un pus debajo del brazo, para consolarme me compraron la comida que yo quería? Pedí pan con fiambre. Sólo eso, preguntaste, ¿te acuerdas madre? Sí eso, con gaseosa. Está bien. No lo sé, no me pregunten por qué pedí eso. Pedí y listo. Sí, ya sé lo que quiero. Quiero una oportunidad. No quiero morirme. Pero, ¿a quién debo pedir esto? ¿A mi madre? No creo que sea capaz de atender mi deseo. Aquella vez ella le pidió a papá que fuera a buscar el fiambre y la gaseosa. Pero no tiene nada ese chico, protestó papá, lo estás malcriando. Si apenas le cortaron para que saliera el pus y ya está. Pero bueno, ¿qué gaseosa querés? Pulp. No sé qué pasó después. La oscuridad nuevamente se abalanzó sobre mí con su prisa prematura. ¿Está despierto? No lo creo. Pasó muy mal la noche. ¿Será necesario aquello? ¿Llegó alguien de los suyos? Hemos verificado todo, está solo como un poste. ¿Y la mujer? No quiere saber nada de él. Pobrecito del chico. Creo dormir, espero estar durmiendo y que estas voces sean sueños dentro de mi sueño. Aguardo con la esperanza de que, de una vez, la noche haga lo suyo.