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miércoles, 30 de junio de 2010

PARAGUAY EN ÁFRICA



Para disfrutar del fútbol son necesarios estómago y autoengaño, el primero para aguantar las tonterías que dicen los “periodistas” que viven de ese deporte y el segundo para disfrutar mínimamente del espíritu escondido que animó a los hombres de antaño, para quienes algunas vez la pelota ha significado encuentro, juego, diversión, pasión, competencia y momento lúdico. Infelizmente la voracidad del mercado se ha adueñado de esa dimensión humana, que no se trata apenas del fútbol, pero de todo lo que en su génesis era espíritu de gratuidad y se ha convertido en mercancía. Un ejemplo, los paraguayos que viven en España saben de lo que estoy hablando, cuando Rubén Rodríguez va a ese país, no es para encontrarse con los compatriotas sino para sacarle los euros sudados que consiguen limpiando casas y cuidando ancianos (no degenero ningún trabajo, apenas acentúo que el dinero ganado es sagrado, pues es fruto del desgarro y desarraigo. Sacrificio que suele ser el trago amargo de la migración). El hombre de negocio citado y tantos otros permanecen como buitres ofreciendo sus productos en nombre de la fiesta, del encuentro, de la cultura. Una realidad humana que se ha vuelto mercancía. La fiesta es algo nuestro, digo, humano, nos caracteriza, pues debería ser una oportunidad de la gratuidad que es la marca de la fiesta, al contrario no sería fiesta, puede ser apenas una orgía, que es la degeneración de la misma. Hablando de migrantes, todos sabemos, por lo menos los que hemos salido de nuestra patria, que comer una sopa paraguaya en una habitación minúscula, solo, no tiene sabor a nada, es mucho más rica una tortilla compartida con las gentes que amamos y en el lugar donde hemos crecido y viven las personas que nos son queridas. Estoy diciendo que hubo una prostitución de las dimensiones humanas más hermosas. Otro ejemplo, la amistad demostrada con regalos. Este sentimiento que nos es tan peculiar muestra la belleza que caracteriza la condición humana, pero el comercio también la ha desfigurado. Para ser amigo hay que cambiarse regalos. Si fulano me regaló algo con valor elevado juzgo que “ese sí es un amigo de verdad”, a quien soy obligado a retribuir con algo del mismo valor mercantil. Conceptuamos a partir de nuestros intereses. La amistad se pierde en el mundo de las compras y ventas. Vuelvo al tema inicial. Paraguay en Sudáfrica. El Mundial de Fútbol al menos me ha despertado la curiosidad de leer algo sobre Mandela, ese hombre genial, que maduró sus ideas en una prisión, ha cambiado el rumbo de su nación, que, es cierto, aún sigue luchando para que las diferencias no sean demasiado grandes. No puedo dejar de mirar a nuestros políticos y me dan risa. Observo a nuestros senadores y diputados, me dan ganas de llorar. Políticos sin ideales que no hacen y no dejan hacer nada. Cuando el mes de Julio termine, y las euforias disminuyan hasta olvidarnos por completo de Sudáfrica, y comentemos, esporádicamente, en las rondas de tereré, lo malo que jugamos o la garra que hemos puesto contra España, 20 %, no estoy exagerando, de los paraguayos seguirán costurando para los coreanos en Brasil, construyendo casas, cuidando de la cocina, de los niños y ancianos en Argentina, España y en otros países haciendo lo que los ciudadanos del Primer Mundo no quieren hacer. Por eso necesito mentirme un poco para soportar estas mentiras que nos venden a precio de oro. Me autoengaño al asegurarme que ser paraguayo es lo máximo porque once personas, en una cancha de fútbol, olvidaron por un momento sus intereses y fueron apenas humanos.

2 comentarios:

  1. Muchisimas Felicidades por un año más de vida....
    que tengas alegria, paz, amor y felicidad hoy y siempre.!!!
    Feliz Cumple!!!

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  2. Muchas Gracias Zully,
    Abrazo grande desde aquí.

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