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miércoles, 18 de mayo de 2011

TORRE DE BABEL

Gritos, aullidos, tiempo transparente
Desgarros de vientre y mentiras
Dolores de dientes quebrados postizos
Sin que sepas lo que eso significa
Abundan dentistas como champiñones
Escapar del dolor como si fuera incendio
Del sufrimiento que pertenece a los viejos
¿Quieres un analgésico para calmarte?
Dolor de cabeza es la intemperie
Al masoquista le gusta sufrir gratis
Gritos, aullidos, tiempo indiferente
Underground de las luces no pagadas
Donde viven las ratas y cucarachas
Algunos seres que (casi no) son humanos
Desfigurados, sin rastros definidos
(No te rías como una vez lo hiciste)
Mba’épiko péa nde juru tavy
Sapukái puku añyka galleta
Olhos tristes demais das crianças
Moradores de ruas foram assassinados
(Jornal Folha de São Paulo 2010)
Ya no necesitarán tomarse caña para el frío
Ladrones enmascarados oficiales
Oficializados por los partidos políticos
Te vendo lo que soy por liquidación
Cincuenta dólares serán suficientes
Vendo, pero no me doy, alquilo mi cuerpo
Mensogna, japu, mentira apu’a porã
Puka guasúmante ojoka pytumby
Cuando todo sea uno como una vez
Cuando lleguemos a nuestros cielos
La Torre de Babel hará su parte
La que invita a que des tu grito, tu aullido
Abajo los hombres escucharán el resplandor
Que no te descubran en la oscuridad
Que no sepan ainda quien sos
Limonada de caipirinha barata
No sonrías por favor en las fotos
Que no vean tus dientes podridas
No existe esa tal Torre de Babel
La verdad es sólo de los muertos
Aquellos que saben más en silencio
Claridad de tus ojos en el reflejo
Del camino, la mitad de los deseos
Hay muchas dudas por aquí
Sapukai po’i puku mante
Domani passerà tutto questo
Con las películas al final de temporada
Con el triste The End en letras negras
Esperamos así no sea para ser
Pero el fuego reducirá a nada todo
Los gritos, aullidos y demás yerbas
Interminables luchas de torocandiles
Ndopareimoãi vaka piru ñorairoicha

lunes, 2 de mayo de 2011

ERNESTO SABATO


Los eruditos se encargarán de escribir cosas sistemáticas y más profundas sobre Ernesto Sabato. Quisiera decir apenas, con las disculpas de utilizar la primera persona del singular, que la semana pasada retomé un libro que me ha acompañado siempre, “Sobre Héroes y Tumbas”, lo dejé sobre la mesita, volví a hojearlo, releí algunas páginas, es decir, regresé a aquel tiempo que devoré el libro con pasión. Me había iniciado como se debe, leyendo “El Túnel”, luego el libro más importante, al menos para mí. Claro que también leí “Abaddón el Exterminador”, pero “Sobre Héroes y Tumbas” fue el libro que me hizo ver el dolor del mundo, la realidad humana, me ayudó a posicionarme como hombre delante de la vida, por eso suelo regresar a ese libro en busca de alguna inspiración. Eso es justo, Ernesto Sabato, me ayudó a vivir. Supe recién, 01 de mayo, que se ha ido también él, hacia ese silencio que siempre le ha preocupado. La muerte no tiene cómo no preocuparnos, al menos que uno no sea más humano. La muerte está ahí, en la esquina, espiando nuestra cotidianidad y nosotros vamos siguiendo inexorablemente hacia ella. En los momentos de debilidad, de desesperanza, Sabato estaba ahí con sus palabras duras, pero amorosas, para decirnos que la vida, a pesar de los males, vale ser vivida con total intensidad, claro que no se trataba de autoayuda, sino de una realidad crucial, con su belleza y contradicciones.

El maestro se ha ido. Algunos rescatarán su importancia literaria, su compromiso social con aquel famoso “Informe sobre la dictadura en Argentina”, otros recordarán aquel episodio del almuerzo con Videla y Borges (que muchos no le perdonan) como si el escritor no pudiese equivocarse. El equívoco es signo de humanidad. Me quedo con esa imagen de Sabato, del hombre contradictorio, valiente, duro, tenaz y amoroso.
Su decisión por la literatura simplemente conmueve, después de la posibilidad de ser un gran físico, como doctor en esa área, trabajó en el Laboratorio Curie, de Paris, se fue al interior de la Argentina para plantar lechugas y pensar en la vida. Claro que la ciencia ha perdido, pero la literatura ha ganado. Cómo olvidar lo que decía, siguiendo a Pascal, que “la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza cuentan más”. Bueno Maestro, gracias y hasta luego.