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jueves, 8 de octubre de 2009

TERERÉ

Lanzo una botella al río, podría parecer más poético hablar de mar, pero en Paraguay no tenemos mar, ni playa, diría mi amigo Leka, que en vez de callarse siempre mete la cuchara. Las únicas playas que conozco sirven como estacionamientos, dice él. También están los balnearios, santuarios de la cerveza y de chicas que no saben que hacer con su cuerpo y se van a traer enfermedades de la piel. Leka se ríe como un auténtico lekajá, se le mueve la barriga, para terminarla con un dejate de joder. Eso imagino, una botella lanzada al río con pedidos de socorro. Existe mucho de eso ahora, dice Leka, pero ahora son lanzadas en las computadoras. Miles de pedidos que mis nietos escriben a patadas. Yo preferiría las botellas, aquellas más gordas, hablamos de aristocracia, je, je, je. Que pucha, no se puede hablar en serio contigo, pero tenés razón, también yo lanzo de vez en cuando mis botellas al aire, al éter, como se decía antiguamente. No sé si llegará a alguna playa, si alguien abrirá o romperá su cresta para leer mi mensaje. Es la misma soledad, dice Leka, es lo que digo, no han cambiado mucho con sus tecnologías. Las artimañas continúan las mismas. El corazón continúa solitario, ivai la porte. Lo peor luego de ser una isla rodeada de tierra como dijo la Josefina, no es no tener salida al mar, sino no tener dónde tirar las botellas y otras cosas sobrantes. Nuestra isla no nos permite mirar muy lejos, nuestros ojos se cansan demasiado rápido. Mejor sería haber nacido en Suiza, allí por lo menos hay montañas. Y vacas gordas también, ja, ja, ja. Dejate de eso de tirar cosas al río, vení mejor vamos a tomar el tereré, que es mejor, además es más saludable. ¿Sabías que en Paraguay lo que nos salva es la cantidad de agua que bebemos? En ningún otro país se bebe tanta agua, fue la forma que encontramos de vengarnos por habernos dejado sin agua salada. Vamos a beber todito el agua dulce. ¡Para que respeten!