“Borges se sentó a mi lado en el avión que nos llevaría a Montevideo y después de pocas palabras cambiadas, me preguntó qué hacía y le dije que era sacerdote católico. Me escuchó muy obsequiosamente y seguimos conversando. Después de un silencio dijo: ‘yo no soy creyente, pero de verdad me gustaría que me dijera cómo hago para creer’. Sabía que este hombre magnífico era uno de los escritores más creativos de América del Sur y no supe qué decirle. Estaba seguro que no quería una receta, pero quizás aspiraba escuchar algo bello sobre el infinito, que le interesaba intensamente como tema estético. Recuerdo que le escuché decir una vez que deberíamos salvarnos por la bondad, la justicia y la belleza. Le observé cuidadosamente y vi que su ceguera lo llevaba a “mirar” para arriba, insistentemente. Le dije que para encontrar a Dios bastaba mirar hacia abajo. Se rió respetuosamente y dijo muy bajito: ‘aquí abajo me gustan mucho los hombres y los tigres’”.
Yo conocí a este sacerdote católico y me quedé encantado con la mera idea de que todavía existan personas “reales” que conocieron personalmente al gran maestro. Ciertas personas viven eternamente aquí abajo.
a idea do sacro è sempre uma coisa qua ajuda a criar.
ResponderBorraras vezes ajuda a criar simplismente uma boa refleçao,
as vezes, uma importantisima risada.
En el encuentro en el otro también se hace la experiencia con Dios.
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