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domingo, 8 de marzo de 2009

Límites de la Razón.

“La razón no sirve para la vida”, decía un escritor, refiriéndose a la razón matemática y especialmente a aquella racionalidad ilustrada arrogante que se había presentado como solución para todos los problemas del mundo. Desilusionado el hombre de hoy no cree en la pretenciosa grandiosidad racional. Si antiguamente se definía al hombre como el animal racional, homo sapiens, hoy día casi nadie se atreve a presentar la razón como la única definición humana, más bien se habla de un aspecto importante del conjunto constitucional humano.
Parece correcto afirmar que la razón es limitada cuando se trata de explicar las dimensiones existenciales fundamentales. La razón sería incapaz de explicar la amistad, el amor, la misericordia, la gratuidad, etc. Delante de un niño que nace o delante de la experiencia de la muerte la razón no puede decir absolutamente nada.
Pero no se trata tampoco de negar la importancia de la razón, que de la misma forma cuando ignorada, el ser humano puede convertirse en un apasionado fundamentalista, incapaz de pensar o reflexionar. Entonces es importante saber que existen límites y tareas específicas y la necesidad de reconocer que es vana la pretensión de una racionalidad absoluta.
Una de esas limitaciones se refiere a la incapacidad del hombre de explicarse lo que se presenta como el más decisivo de su existir, es decir, el sentido de su propia vida. La razón, en la respuesta, puede llegar hasta cierto punto, pero debe ser honesto y aceptar que existen realidades que la ultrapasan. Ella no puede, meramente, ignorar las realidades existentes fuera de sus límites, o por su incapacidad de percepción las califique como ingenuidades o, despectivamente, mitos. Es arrogancia racionalista excluir, a priori, la posibilidad de realidades que sobrepasan los límites de nuestra racionalidad.
El ser humano, por su conciencia y libertad, se percibe como un ser en el mundo, que vive en la historia y hace parte de una grandiosa construcción llamada historia humana. Se da cuenta que es diferente del mundo, que contrariamente del mundo, puede decidir libremente, que puede construir su propio futuro, y que en sus búsquedas, siempre penúltimas, transciende; pero al mismo tiempo se da cuenta de que es un ser limitado, que vive en una cultura determinada y, lo que es dramático, se siente amenazado a cada instante por la muerte.
Por tratarse el hombre de un ser consciente y libre necesariamente debe hacerse la pregunta sobre el sentido de su existencia, a no ser que ignore la cuestión, que lo llevaría a una vida inauténtica, no humana, es decir, a una vida alienada. Una vida auténtica exige interrogaciones, la propia filosofía es prueba de esa verdad, así mismo espera respuestas en determinado momento de la vida. La coherencia de las respuestas llevaría al hombre necesariamente a una dimensión que ultrapasa la inmanencia. Así se entiende que de las cuestiones que surgen del corazón del hombre pueden surgir cuestiones importantes sobre la posibilidad de la trascendencia.
La reflexión racional llega hasta un determinado límite y es incapaz de evidenciar el verdadero sentido de la vida. Ella debe dar lugar a la posibilidad del encuentro con la sorpresa, con realidades que ella misma es incapaz de establecer. En su honestidad debe callarse delante de una eventualidad que no puede explicar, y que quizás si silenciara pueda empezar a contemplar. Sin embargo esa realidad se le escapa totalmente.

3 comentarios:

  1. MUITO BOM O TEXTO, VOCÊ CONSEGUE FAZER UMA SÍNTESE DA TEORIA DE ALFARO.PARABENS.

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  2. MARAVILHOSO TEXTO!!!
    A PERGUNTA PELO SENTIDO DA VIDA HUMANA ME PARECE SER FUNDAMENTAL. NÃO SE PODE VIVER APENAS POR VIVER, POIS VIVER É IR EM BUSCA DE RESPOSTAS E DE UMA EXPÊRINCIA PROFUNDA DE DEUS.
    AMIGO POETA,
    SEGUE ADIANTE COM TEUS TEXTOS E POESIAS!

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  3. Tema oportuno en un medio donde, desde el momento de nuestro nacimiento ya hacemos parte de patrones establecidos, donde ideologías políticas y sacerdotes de todas las religiones están siempre en función de comprar siervos motivados por majestad, el poder. Estos comportamientos generan caos, desigualdad, culpabilidad, fragmentación social por excelencia. Si se mira con atención se pueden ver aquellos hombres que optan por la razón, la razón genera tecnología, ciencia, posición, poder, prestigio, pero de otra parte se descuida la otra realidad, el corazón. El corazón encierra los instintos, sabe expresar, agradecer, celebra, genera amor, proporciona paz, se entrega en silencio trasciende, da alas, eleva la palabra humanidad y ¿por qué no? Puede ser el cofrecito secreto donde se encuentra Dios. Los que escogen el corazón generan las artes, son generosos, altruistas y por lo general no tienen poder, algunos afortunados algo de prestigio. En estas condiciones es fácil que los seres humanos siempre estemos en conflicto, es claro que la razón por sí sola no es suficiente, el corazón tampoco. Comulgo con su reflexión.Está dicotomía constante que nos acompaña desde niños no nos permite nuestra totalidad, ser uno, y cuando esto falta, falta la felicidad, la verdad pero sobre todo falta la paz. La pregunta es: ¿cómo se puede llegar al equilibrio, como alcanzar la paz espiritual cuando desde que nacemos vivimos inmersos en una cultura de contradicción?

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