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lunes, 2 de mayo de 2011

ERNESTO SABATO


Los eruditos se encargarán de escribir cosas sistemáticas y más profundas sobre Ernesto Sabato. Quisiera decir apenas, con las disculpas de utilizar la primera persona del singular, que la semana pasada retomé un libro que me ha acompañado siempre, “Sobre Héroes y Tumbas”, lo dejé sobre la mesita, volví a hojearlo, releí algunas páginas, es decir, regresé a aquel tiempo que devoré el libro con pasión. Me había iniciado como se debe, leyendo “El Túnel”, luego el libro más importante, al menos para mí. Claro que también leí “Abaddón el Exterminador”, pero “Sobre Héroes y Tumbas” fue el libro que me hizo ver el dolor del mundo, la realidad humana, me ayudó a posicionarme como hombre delante de la vida, por eso suelo regresar a ese libro en busca de alguna inspiración. Eso es justo, Ernesto Sabato, me ayudó a vivir. Supe recién, 01 de mayo, que se ha ido también él, hacia ese silencio que siempre le ha preocupado. La muerte no tiene cómo no preocuparnos, al menos que uno no sea más humano. La muerte está ahí, en la esquina, espiando nuestra cotidianidad y nosotros vamos siguiendo inexorablemente hacia ella. En los momentos de debilidad, de desesperanza, Sabato estaba ahí con sus palabras duras, pero amorosas, para decirnos que la vida, a pesar de los males, vale ser vivida con total intensidad, claro que no se trataba de autoayuda, sino de una realidad crucial, con su belleza y contradicciones.

El maestro se ha ido. Algunos rescatarán su importancia literaria, su compromiso social con aquel famoso “Informe sobre la dictadura en Argentina”, otros recordarán aquel episodio del almuerzo con Videla y Borges (que muchos no le perdonan) como si el escritor no pudiese equivocarse. El equívoco es signo de humanidad. Me quedo con esa imagen de Sabato, del hombre contradictorio, valiente, duro, tenaz y amoroso.
Su decisión por la literatura simplemente conmueve, después de la posibilidad de ser un gran físico, como doctor en esa área, trabajó en el Laboratorio Curie, de Paris, se fue al interior de la Argentina para plantar lechugas y pensar en la vida. Claro que la ciencia ha perdido, pero la literatura ha ganado. Cómo olvidar lo que decía, siguiendo a Pascal, que “la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza cuentan más”. Bueno Maestro, gracias y hasta luego.

1 comentario:

  1. Encuentro frases que van y vienen nacidas del diario acontecer, reflejo de la existencia que marca, que toca lo profundo y da espacios a la individualidad, a la expresión que con delicadeza matiza finos lineamentos literarios.
    Sentido homenaje el suyo.

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